El "remake" de las Meninas de Diego Velázquez

El "remake" de las Meninas de Diego Velázquez

Olimpia Gaia Martinelli | 11 nov 2021 7 minutos de lectura 3 comentarios
 

Las Meninas de Velázquez, obra maestra española del siglo XVII, que ha sido reinterpretada por muchos pintores famosos, como Goya y Picasso, sigue siendo objeto de investigación por parte de artistas de todo el mundo, como los de nuestra colección.

618aa707cbdec9.74600673_las-meninas-de-diego-velazquez-desde-prado-en-google-earth.jpg Diego Velázquez, Las Meninas , 1656. Óleo sobre lienzo, 1318×276 cm. Madrid, Museo del Prado.

Las Meninas: una obra de arte de la propaganda

La historia del arte también se caracteriza por la presencia de artistas conocidos por las masas por una de sus obras maestras en particular, lo que ha hecho reconocible su estilo, su sensibilidad y el período histórico en el que vivió el artista. Ejemplos de lo dicho pueden ser el Grito de Munch, el Beso de Klimt, pero también la obra de Diego Velázquez: Las Meninas.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, conocido como Diego Velázquez (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660) fue uno de los pintores barrocos más importantes de todos los tiempos. De hecho, el artista del siglo XVII se distinguió por su realismo óptico, sus juegos de luces y sus pinceladas ligeras, tanto que se le ha reconocido como el precursor de ese impresionismo decimonónico, base de las innovaciones artísticas de los pintores del siglo XIX.

Las Meninas, fechada en 1656, es un óleo sobre lienzo que, si bien inmortaliza a la familia real española, no representa un simple retrato cortesano, sino una auténtica obra de propaganda, compleja y estratificada. El mensaje que ha querido transmitir el artista es dejar claro cómo el arte puede ser un medio eficaz para plasmar la realidad y sus múltiples claves de interpretación. De hecho, la interpretación de la obra está indisolublemente ligada a las diversas situaciones que en ella se representan, como la llegada del cortesano José Nieto que, colocado al fondo del cuadro, se afana en observar la escena; la presencia de la realeza reflejada en el espejo, que no sabemos si llegaron de repente a la escena o si ya estaban observando al artista en acción; el autorretrato de Velázquez, que podría representar tanto una celebración personal como una especie de testimonio de la presencia del pintor en la corte de Felipe IV. En este último punto, sin embargo, lo cierto es que el artista quiso retratarse a sí mismo, para declarar la superioridad absoluta de la pintura sobre las demás artes como ejercicio intelectual.

El estilo pictórico y la originalidad de la obra

En cuanto al estilo, Las Meninas se crea mediante el uso de pinceladas amplias y rápidas, que aportan al lienzo una materia pictórica poco amalgamada y marcada por el uso de un color puro. Además, las decididas pinceladas del español crean zonas uniformes de pintura sobre el soporte, que muy juntas dan el efecto de claroscuros o fondos uniformes, como en el caso del suelo o las paredes.

La luz en el cuadro tiene dos posiciones diferentes: un haz de luz procedente de la derecha ilumina el primer plano de la obra, donde se encuentran los personajes principales, mientras que una segunda luz, presente en el fondo del cuadro, se expande por la puerta abierta a la habitación

Los personajes de la obra han sido cuidadosamente estudiados en sus posiciones para crear múltiples planos y diagonales visuales, cuyo objetivo es llamar la atención sobre varias áreas de la habitación de manera equilibrada. Además, es la proporción de tamaño entre las distintas figuras, que llenan la sala, lo que da la sensación de profundidad a la composición.

La estancia en la que se desarrolla la escena es probablemente el estudio del artista, que se encontraba en el palacio real de los Alcázares. En este marco también podemos admirar numerosos cuadros colgados en las paredes y, en particular, los dos cuadros mitológicos de Rubens y Jordaens, que representan las metamorfosis de Ovidio.

Finalmente, la originalidad de la obra de Velázquez seguramente la confiera la posición del espectador, quien, proyectado en el cuadro, se encuentra por primera vez en el mismo lugar que los soberanos. Además, también se produce una inversión del punto de vista, ya que el cuadro ya no se ve, como es habitual, desde el lado del pintor, sino desde el de los retratados, en este caso, la realeza.

618aa79b6af6f4.43858113_20210919-130734.jpg Jose Oña Jurado, Mia observando a perro salomòn de las Meninas de Velázquez , 2021. Pastel sobre papel, 30 x 21 cm.

Jose Oña Jurado: las meninas desnudas

La obra maestra atemporal de Velázquez sigue siendo fuente de inspiración para los artistas contemporáneos, tanto es así que en nuestra colección encontramos muchas obras que hacen referencia explícita a ella, volviendo a proponerla en su totalidad o en algunas de sus partes. De esta forma, la pintura española se transforma en una nueva obra de arte, que se distingue por una técnica pictórica diferente, un uso innovador del color, la perspectiva, la disposición de las luces y, en ocasiones, incluso por la elección de un número diferente de personajes. Estos cambios generan una nueva clave de lectura de la obra maestra, que se convierte en vehículo de mensajes propagandísticos distintos a los originales.

Un ejemplo de tales modificaciones es el pastel de Jose Oña Jurado, Mia observando a perro salomón de las meninas de Velázquez , donde faltan los dos puntos de luz que en la obra original daban profundidad al espacio del estudio del artista. Como resultado, el cromatismo de esta revisión se aplana, es decir, se despoja de sus detalles cromáticos anteriores y se suaviza con los colores suaves del pastel. Además, la obra de arte también se ha privado de los personajes, que en la pintura original tenían la tarea de crear planos y diagonales más visuales, destinados a llamar la atención sobre diferentes áreas de la habitación de manera equilibrada. Además, al pastel de Oña Jurado también le falta la presencia de las pinturas que habían adornado las paredes de la obra maestra de Velázquez. La única forma de vida presente en el espacio de la obra es un perro que, tomando el lugar de la figura de José Nieto, observa una habitación ahora vacía. En definitiva, la pintura de Velázquez, desprovista de todos aquellos mensajes con los que había estado cargada, transmite ahora una sensación de vacío, soledad y espera. De hecho, casi parece como si el perro estuviera esperando el advenimiento de cualquier forma de vida, que llegará para romper con su aburrimiento y aislamiento.

las-meninas-1-1.jpg gerard   Bertrand, Las Meninas (CF Velázquez) , 2020. Fotomontaje sobre papel, 20 x 50 cm.

Gérard Bertrand: las Meninas censuradas

El fotomontaje de Gérard Bertrand representa otra interpretación de la pintura del siglo XVII, donde no encontramos cambios sustanciales en cuanto al cromatismo, la decoración, la disposición de las luces y el número de personajes representados. Lo que distingue la interpretación de Bertrand es el uso de la censura, de hecho, se utiliza la técnica del fotomontaje para ocultar los rostros de los protagonistas de la escena, que están cubiertos con pequeñas pinturas. Así, Velázquez, la realeza, los miembros de la corte y el perro, pierden sus identidades y ya no pueden contar la historia para la que estaba destinada su existencia. La censura provocadora de las obras de arte es un tópico clásico en la tradición histórico-artística, que ciertamente ha distinguido corrientes pasadas como el dadaísmo. De hecho, este último se distinguió por cuestionar y tergiversar las tradiciones, rechazando la razón y la lógica, para enfatizar la extravagancia, el humor, la burla y el disgusto por las costumbres del pasado.

618aa85f2f7033.09612751_img-2647.jpg Cláudia Moreira, Interpretación de Velázquez, 2020. Óleo sobre papel, 50 x 40 cm.

Cláudia Moreira: irónica Las Meninas

Concluimos esta breve reseña de obras de arte que rinden homenaje a Velázquez, con la ironía del óleo realizado por Cláudia Moreira, que representa otra interpretación de la obra maestra de Velázquez. En esta obra, más abocetada y rápida de ejecutar que la original, hablamos de ironía porque los personajes, representados de espaldas, excluyen al espectador del relato pictórico. De esta forma, la obra maestra española, que se niega a ser contemplada en su totalidad, pierde una importante característica que la había hecho única en su género: el punto de vista. De hecho, el cuadro ya no se ve desde la perspectiva de todos los personajes retratados, sino únicamente desde la del pintor, que se empeña en pintar rostros y cuerpos cuyos rasgos no podemos conocer. Además del artista, hay otro personaje que vuelve hacia nosotros con simpatía su mirada y que esta vez se sitúa en el centro de la obra: el perro. Con este último recurso, Cláudia Moreira reitera la intención de su obra: hacer una obra maestra de todos los tiempos simpática e irónica.


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