Rufino Tamayo, nacido el 25 de agosto de 1899 en Oaxaca, México, fue un célebre pintor, escultor y grabador mexicano reconocido por su combinación única de temas tradicionales mexicanos con técnicas artísticas modernas. Huérfano a temprana edad, se mudó a la Ciudad de México para vivir con su tía e inicialmente se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos en 1917. Sin embargo, la dejó para seguir un enfoque más autodirigido del arte, fuertemente influenciado por El arte indígena de Oaxaca.
El trabajo de Tamayo se destacó del movimiento muralista mexicano dominante liderado por artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Mientras que los muralistas se centraron en temas con carga política y obras públicas a gran escala, Tamayo exploró temas más personales y universales, incorporando elementos de abstracción y surrealismo. Su carrera temprana implicó la experimentación con varios estilos, desde el cubismo hasta el impresionismo, pero gradualmente desarrolló su enfoque distintivo, caracterizado por una síntesis de los estilos europeos modernos y el arte mexicano precolombino. Su uso de colores llamativos y superficies texturizadas se convirtieron en marcas registradas de su trabajo.
La carrera de Tamayo dio un giro significativo en la década de 1930 cuando se mudó a la ciudad de Nueva York. Durante este período obtuvo reconocimiento internacional y su obra comenzó a exhibirse en prestigiosas galerías y museos. También enseñó en la Escuela Dalton y el Museo de Brooklyn. Entre sus obras más notables se encuentran "Animales" (1941), que muestra su fascinación por la cultura y la mitología precolombinas, presentando formas animales abstractas representadas en tonos terrosos; "Niños jugando con fuego" (1947), una poderosa pieza que combina la imaginería tradicional mexicana con la abstracción modernista; y "Hombre y mujer" (1980), que ejemplifica su estilo maduro caracterizado por una composición dinámica y una rica paleta de colores. Tamayo también hizo contribuciones significativas al grabado, particularmente en el medio de la Mixografía, que desarrolló en colaboración con el Taller de Gráfica Mexicana, permitiendo una mayor textura y profundidad en las impresiones.
A lo largo de su carrera, Tamayo recibió numerosos premios y honores. En 1988 recibió la Medalla de Honor Belisario Domínguez, la máxima condecoración civil de México. También recibió el Premio Nacional de Artes y Ciencias en Bellas Artes del gobierno mexicano. La influencia de Tamayo se extiende más allá de sus pinturas, ya que fue un apasionado defensor de las artes y fundó el Museo Rufino Tamayo en la Ciudad de México en 1981, que alberga una extensa colección de arte contemporáneo. Su legado también se conserva en el Museo de Arte Prehispánico de México Rufino Tamayo en Oaxaca, que estableció para exhibir el arte precolombino.
Rufino Tamayo falleció el 24 de junio de 1991 en la Ciudad de México. Su muerte marcó el fin de una era, pero sus obras siguen siendo celebradas en todo el mundo. Se han celebrado importantes retrospectivas de su obra en destacadas instituciones como el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Rufino Tamayo sigue siendo una figura fundamental en el arte del siglo XX, cerrando la brecha entre el arte tradicional mexicano y los movimientos modernistas. Su uso innovador del color, la textura y la forma ha dejado una marca indeleble en el mundo del arte, asegurando su lugar como uno de los artistas más venerados de México.