Explicando el arte del norte de Europa comparándolo con el arte del sur
El arte del norte de Europa, que abarca Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia, está profundamente conectado con la naturaleza, la mitología y la historia. Esta tradición artística desarrolló una estética única, a menudo minimalista e introspectiva, donde la emoción y el paisaje juegan un papel fundamental. El arte vikingo, con sus intrincados motivos animales y decoraciones inspiradas en el folclore escandinavo, es un ejemplo temprano de esta conexión, enfatizando temas naturales y mitológicos que han persistido durante siglos.
Sin embargo, el arte del norte de Europa no se desarrolló de manera aislada, sino que integró y adaptó las influencias de los principales movimientos artísticos europeos, como el impresionismo, el simbolismo y el expresionismo, originados en Francia y Alemania. Artistas como Edvard Munch en Noruega y Anders Zorn en Suecia adoptaron estos estilos internacionales y los mezclaron con sus tradiciones locales. Esta fusión enriqueció la estética europea con un nuevo enfoque en los paisajes y la profundidad emocional.
En cambio, los países del sur de Europa, como Italia, España y Grecia, desarrollaron tradiciones artísticas profundamente arraigadas en la herencia grecorromana y el Renacimiento. Allí, la belleza del cuerpo humano, la simetría y las representaciones de lo divino siguieron siendo centrales en la producción artística durante siglos.
En el norte de Europa, la evolución artística condujo a una creciente exploración de los paisajes y las emociones internas. El Romanticismo tuvo un profundo impacto en la pintura nórdica, con artistas que se adentraron en la belleza salvaje de sus territorios y en la conexión entre los seres humanos y la naturaleza. Mientras que el sur se concentró en temas religiosos y en la figura humana, el norte desarrolló un lenguaje visual más abstracto vinculado a la naturaleza, incorporando elementos de los movimientos europeos a lo largo del camino.
En la actualidad, el arte nórdico contemporáneo sigue expresando su vínculo con la naturaleza y la abstracción, a la vez que se abre a las influencias globales y a los nuevos medios. De manera similar, el sur de Europa, si bien adopta tendencias modernas, a menudo mantiene una fuerte conexión con su herencia clásica.
El arte del norte de Europa en diez obras maestras pictóricas
Entramos ahora en un museo imaginario donde se reúnen las obras más emblemáticas del arte nórdico para contar la identidad artística de Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia e Islandia. El grito de Edvard Munch abre el recorrido con su intensa expresión de angustia, seguida de La danza de la vida, que explora las etapas de la existencia. La épica Midvinterblot de Carl Larsson recuerda a los mitos paganos, mientras que la alegría colectiva de Hip, Hip, Hurrah! de Peder Severin Krøyer se complementa con la delicada atmósfera de El ángel herido de Hugo Simberg. Los paisajes finlandeses de El mito de Aino de Akseli Gallen-Kallela evocan la belleza de la naturaleza nórdica, e Islandia encuentra su expresión en Desde Thingvellir de Jóhannes Sveinsson Kjarval. La teatralidad de En agitator de Erik Henningsen y la evocadora Una noche de verano en Tyresö del Príncipe Eugen completan un viaje por la naturaleza, la introspección, la historia y los mitos antiguos.
Este viaje captura el alma del norte de Europa, donde la naturaleza y la emoción se fusionan en obras maestras atemporales. ¿Estás listo para comprar una entrada a este fantástico museo y visitarlo conmigo?
Edvard Munch, El grito, 1893. Óleo, témpera y pastel sobre cartón, 91 x 73 cm. Galería Nacional de Noruega.
1. “El grito” – Edvard Munch (Noruega)
Subimos juntos los escalones de esta institución imaginaria, billete en mano. Al cruzar el umbral, en el centro de la sala, nuestros ojos se abren de par en par con asombro: “El grito ” de Edvard Munch. La obra de arte utiliza colores atrevidos y contrastantes (rojos y verdes, naranjas y azules) para crear un efecto expresivo que amplifica el dramatismo. Las líneas arremolinadas, casi fundidas, del fondo contrastan con la rigidez geométrica de la barandilla, creando una tensión visual. Los tonos cálidos del cielo contrarrestan los elementos densos de abajo, llamando la atención sobre el rostro de la figura que grita. “El grito” es un símbolo universal de angustia existencial. Representa no solo una experiencia individual sino un sentimiento colectivo de terror y soledad. Munch refleja el pesimismo del fin de siglo, destacando el desapego emocional de las otras figuras de la escena y creando una poderosa representación de la alienación. Esta obra se considera un icono del arte moderno por su capacidad de capturar el dolor humano en una forma visual duradera.
Edvard Munch, La danza de la vida, 1899-1900. Óleo sobre lienzo. Galería Nacional, Oslo.
2. “La danza de la vida” – Edvard Munch ( Noruega )
En el lado derecho de la sala, la pared más grande alberga otra obra maestra de Edvard Munch, una obra que sigue inspirando admiración y profunda reflexión. Los visitantes, algunos absortos, otros con la mirada atenta, se acercan al cuadro siguiendo las explicaciones de la audioguía en sus teléfonos, mientras se sumergen en la fuerza expresiva de la obra maestra y la atmósfera única que Munch evoca. Nos encontramos ahora ante “La danza de la vida” del maestro, una obra que representa una escena ambientada durante la Noche de San Juan, tradicionalmente asociada en Noruega con las celebraciones al aire libre y el baile. El cuadro captura tres figuras femeninas que representan las etapas de la vida: una mujer joven de blanco, que simboliza la pureza y la esperanza; una mujer de rojo, que representa el amor apasionado; y una figura de negro, emblema del duelo y la muerte. En el centro, una pareja baila, emocionalmente distante a pesar de la intensidad de su conexión física, mientras que al fondo, otras parejas parecen perderse en una danza arremolinada bajo la luz de la luna. El cuadro expresa la visión pesimista de Munch sobre el amor, no como una fuerza que se opone a la muerte, sino como una energía destructora que consume el alma humana. Lo que debería ser una danza alegre y festiva se convierte en un ritual melancólico y alienante, que simboliza la fragilidad de la existencia.
Carl Larsson, Midvinterblot, 1915, pintura al óleo. Museo Nacional de Bellas Artes de Suecia, Estocolmo
3. "Midvinterblot" – Carl Larsson (Suecia)
A medida que avanzamos por los amplios espacios del museo, nos encontramos con muchas otras obras maestras. La siguiente narración no las presentará en orden cronológico, sino más bien en la forma en que han sido dispuestas, resaltadas por la arquitectura e iluminadas hábilmente por focos. "Midvinterblot " (Sacrificio de invierno) es una pintura creada por Carl Larsson en 1915 para la escalera central del Museo Nacional de Estocolmo. A pesar de las controversias y rechazos iniciales, la obra maestra finalmente fue instalada en el museo en 1997, en el lugar originalmente previsto. La obra representa una leyenda de la mitología nórdica en la que el rey sueco Domalde es sacrificado para evitar una hambruna. "Midvinterblot " explora el tema del sacrificio real, simbolizando la voluntad del rey de entregarse por el bien de su pueblo. La narración está representada en un estilo monumental, con una composición tipo friso que recuerda al arte histórico y mitológico. Larsson se basó en fuentes históricas y mitológicas, incluidos los escritos de Adán de Bremen y Snorri Sturluson, y se inspiró en artefactos de la Edad de Hierro.
Peder Severin Krøyer, Hip, Hip, Hurrah!, 1888. Óleo sobre lienzo. Museo de Arte de Gotemburgo.
4. "¡Hip, hip, hurra!" – Peder Severin Krøyer (Dinamarca)
" Hip, Hip, Hurrah!" (1888) de Peder Severin Krøyer representa una animada escena al aire libre en la que aparece un grupo de artistas de los "Pintores de Skagen", una comunidad de creativos daneses, noruegos y suecos que se reunieron en Skagen, Dinamarca. En la escena, los artistas brindan a la luz del sol, inmersos en una atmósfera de celebración y festividad. Entre las figuras destacadas presentes se encuentran Anna Ancher, Michael Ancher, Viggo Johansen y el propio Krøyer. "¡Hip, Hip, Hurrah! " celebra el espíritu de camaradería y amistad entre los artistas de Skagen. La escena no solo retrata un momento de alegría, sino que también destaca la importancia de la comunidad artística y el apoyo mutuo. El brindis simboliza la unidad, las experiencias compartidas y la energía creativa, un reflejo de la identidad colectiva de los maestros escandinavos de la época. La obra maestra está muy influenciada por el impresionismo, especialmente en su representación de la luz y la atmósfera. A Krøyer le fascinaba especialmente la aurora boreal y captaba sus reflejos en los rostros y los objetos, creando un efecto vibrante y realista. La obra también ejemplifica el naturalismo, centrándose en la vida cotidiana y la interacción social.
Akseli Gallen-Kallela, Aino Myth, Tríptico, 1891. Ateneum, Helsinki
5. "Aino Myth, Triptych" – Akseli Gallen-Kallela (Finlandia)
"El mito de Aino" de Akseli Gallen-Kallela retrata un episodio del Kalevala, la epopeya nacional de Finlandia. El mito cuenta la historia de Aino, una joven prometida en matrimonio contra su voluntad al anciano sabio Väinämöinen. Aino, desesperada por escapar de su destino, rechaza el matrimonio y se arroja al mar, donde se transforma en una criatura acuática. El mito simboliza la lucha contra el destino y el poder transformador de la naturaleza. "El mito de Aino" explora temas de destino, amor no correspondido y pérdida, reflejando el espíritu trágico del Kalevala. La historia de Aino representa el sacrificio personal y la fuerza transformadora de la naturaleza. A través de esta narrativa, Gallen-Kallela celebra la identidad cultural finlandesa y subraya la conexión entre el mito, la naturaleza y la identidad nacional. La obra pertenece al estilo simbolista de finales del siglo XIX, con influencias del romanticismo nacional. Gallen-Kallela utiliza colores intensos y una composición dinámica para resaltar los temas mitológicos y el paisaje finlandés. La representación detallada de la naturaleza, los personajes y el entorno refleja el profundo vínculo entre la cultura finlandesa y el entorno natural.
Hugo Simberg, El ángel herido, 1903. Ateneum, Helsinki.
6. “El ángel herido” – Hugo Simberg (Finlandia)
"El ángel herido" de Hugo Simberg retrata a un ángel herido que es llevado por dos niños a través de un paisaje melancólico y realista. El camino pasa por Eläintarha, un parque de Helsinki, con la bahía de Töölönlahti al fondo. Esta zona era frecuentada por la clase obrera y albergaba instituciones benéficas, como una escuela para ciegos y un hogar para discapacitados, lo que sugiere que los niños llevan al ángel hacia uno de estos lugares llenos de compasión y esperanza. La obra maestra combina realismo y simbolismo, utilizando colores apagados que reflejan la atmósfera melancólica, mientras que el paisaje naturalista, combinado con la composición simple pero cargada de emoción, proporciona un telón de fondo tangible para una imagen profundamente alegórica.
7. “Una noche de verano en Tyresö” – Príncipe Eugenio (Suecia)
" Una noche de verano en Tyresö " (1895) es un paisaje vespertino pintado por el príncipe Eugenio, que representa la apacible campiña sueca cerca de Tyresö, un lugar donde el príncipe pasó muchos veranos. La pintura muestra una amplia extensión de agua tranquila, rodeada de árboles oscuros y un cielo de verano brillante y sereno. La luz del atardecer se refleja en el agua, creando una atmósfera tranquila y meditativa. La pintura pertenece al movimiento del Romanticismo nacional, caracterizado por una fuerte conexión con la naturaleza. El príncipe Eugenio emplea un estilo influenciado por el impresionismo, con especial atención a la luz y los reflejos. Los colores delicados y las pinceladas suaves ayudan a crear una sensación de tranquilidad y melancolía. "Una noche de verano en Tyresö" simboliza la relación íntima entre los humanos y la naturaleza, un tema querido por el príncipe Eugenio. La obra transmite una sensación de soledad e introspección, al tiempo que evoca la idea de una naturaleza eterna e inmutable. La pintura no sólo representa la belleza del paisaje sueco, sino que también refleja el deseo del artista de encontrar la paz y la armonía a través de la contemplación del mundo natural.
Jóhannes Sveinsson Kjarval, De Thingvellir, 1957.
8. "De Thingvellir" – Jóhannes Sveinsson Kjarval (Islandia)
" From Thingvellir" (1957) es una pintura de Jóhannes Sveinsson Kjarval que representa el paisaje único de Þingvellir, una región de gran importancia histórica y natural en Islandia. La obra de arte captura formaciones rocosas volcánicas, campos de lava y la vegetación típica de la zona. Kjarval utiliza una paleta de colores terrosos y tonos que reflejan los matices del paisaje islandés, creando una imagen que es a la vez realista y atmosférica. La pintura está ejecutada en un estilo impresionista, caracterizado por pinceladas rápidas y fluidas que capturan la esencia del momento y las cualidades fugaces de la luz. Kjarval combina el impresionismo con elementos de realismo y simbolismo, desarrollando un estilo personal que expresa tanto la apariencia física como el espíritu del paisaje. Su atención a los detalles naturales y las texturas de las rocas y la vegetación resalta su profunda observación de la naturaleza. " From Thingvellir " va más allá de una simple representación de un lugar; simboliza la identidad cultural e histórica de Islandia. Þingvellir es el lugar donde se estableció uno de los primeros parlamentos del mundo, el Alþingi, en el año 930 d. C., y sigue siendo un símbolo de la soberanía y la tradición islandesas. A través de esta pintura, Kjarval expresa el vínculo inseparable entre el pueblo islandés y su tierra, haciendo hincapié en cómo el paisaje ha dado forma a la historia y al alma de la nación. La obra invita al espectador a contemplar la austera belleza y el poder intrínseco de la naturaleza islandesa.
Erik Henningsen, En agitator, 1899. Óleo sobre lienzo. Metalskolen Jørlunde.
9. " En agitator " – Erik Henningsen (Dinamarca)
"En agitator" (Un agitador) de Erik Henningsen, pintado en 1885, representa a un hombre de pie sobre una caja hablando a una multitud de trabajadores reunidos en una calle de Copenhague. La escena captura un momento de intensa tensión social, con el orador intentando persuadir a la multitud, mientras que las variadas expresiones en los rostros de los trabajadores reflejan una gama de reacciones, desde el interés hasta la indiferencia. El entorno urbano evoca la atmósfera de los primeros disturbios sociales en Dinamarca durante finales del siglo XIX. La obra maestra está pintada en el estilo realista característico de Henningsen, centrándose en los detalles de la vida cotidiana y la dinámica social. La representación de los personajes es vívida y precisa, con colores tenues y naturales que realzan la autenticidad de la escena. La composición es equilibrada, con el orador en el centro y la multitud rodeándolo, creando un fuerte contraste visual entre la figura solitaria y la masa. " En agitator " refleja el gran interés de Henningsen por los problemas sociales y políticos de su tiempo, en particular los primeros movimientos obreros y las luchas de los trabajadores. La pintura explora la tensión entre los ideales de cambio y la realidad de la resistencia social, colocando al orador en primer plano como símbolo de lucha y esperanza, así como de división.
Harald Sohlberg, Noche de invierno en las montañas, 1914. Nasjonalgalleriet, Oslo.
10. “Noche de invierno en las montañas” – Harald Sohlberg (Noruega)
" Noche de invierno en las montañas " (1914) de Harald Sohlberg es una de las pinturas más emblemáticas de Noruega, que representa el paisaje montañoso cubierto de nieve de Rondane. La escena está bañada por una luz fría y misteriosa, con un cielo azul profundo y claro sin nubes. Los árboles desnudos en primer plano enmarcan el paisaje y una única estrella brillante brilla entre dos montañas. El lienzo transmite una sensación de aislamiento tranquilo, sin signos de vida humana o animal, excepto una cruz visible en la nieve en la cima de una montaña a la derecha. La pintura sigue los principios del simbolismo nórdico, utilizando una estética que expresa emociones y estados de ánimo en lugar de simplemente representar la realidad. Sohlberg emplea colores fríos y un enfoque particular en la luz de la luna para crear una atmósfera onírica y sobrenatural. El simbolismo de la luz, la naturaleza y el paisaje salvaje transmite una visión espiritual de la relación entre los humanos y la naturaleza, aunque la humanidad solo está presente implícitamente a través de sus rastros. La obra alude al poder y la belleza del paisaje nórdico, pero también a su soledad y misterio. La montaña y la estrella pueden simbolizar la majestuosidad y la eternidad de la naturaleza, mientras que la cruz sobre la nieve sugiere una reflexión sobre la mortalidad y la espiritualidad.