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Delia Velekson, el poder de la aguada y la predisposici • 12 obras de arte
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El poder de la aguada se muestra con claridad en la obra realizada en acuarela tanto de temática paisajística, [...]
El poder de la aguada se muestra con claridad en la obra realizada en acuarela tanto de temática paisajística, como de sus bodegones y flores.
Sus paisajes marinos, sus marinas se caracterizan por la expresividad del color, la intensidad de sus tonos, con los que, gracias a la determinación de los mismos, y aun a pesar de su importancia, el dibujo está ahí, apoyando la composición, en la que destaca su gran trabajo en la elaboración del agua del mar, que muestra en cada momento según las corrientes y el viento imperantes.
Su discurso pictórico enlaza con paisajes auténticamente de mar, con pescadores, barcas, cielos encapotados o no.
Sus acuarelas son cromáticamente fuertes, porque el color impregna necesariamente su predisposición. Por otra parte hay que señalar la fortaleza de la evidencia en la manera con que presenta sus bodegones, dominados por el dibujo, perfilando las vasijas, jarrones y demás objetos, destacando por su adscripción al volumen, por su disposición en la composición, con la intención de presentarlos tal como son: es decir producto resultante de la observación directa.
Mientras que, en sus acuarelas de flores y plantas, se produce una armonía entre el tratamiento del dibujo y la impresión cromática que lo acompaña. Intenta en todo momento conseguir una clara elaboración de la estructura que las conforma, compaginada por la incorporación del color, entendido como fundamental, para conferir el carácter necesario. De esta manera su obra, figurativa, concebida al modo clásico, posee una bella factura técnica, porque equilibra los elementos que integran la composición en todos los aspectos.
Delia Velekson conjuga elementos que no están por casualidad, dado que la creadora lo que pretende es situar cada uno de ellos en el sitio que les corresponde. Pero, a la vez, también, aumenta la intensidad vital de los mismos, procurando conferirles mayor poder energético, o bien cromatismos que les ayuden a sobresalir. O, en el caso de las marinas, pone el acento en la carga cromática, aumentando la incidencia del color en determinados ángulos, o en aquellas zonas de la composición necesitadas de contraste. El resultado es una obra de paisaje marino que destaca por su personalidad, que no renuncia a los recursos que le son propios y que exhibe otros complementarios.
Con respecto a sus bodegones destacan por exhibir el poder del objeto, centrándose en el elemento, no como simple objeto, sino integrado en un discurso general en el que el volumen cobra interés.
En relación a sus pinturas a la acuarela de flores y plantas, comunica la sensibilidad de la naturaleza a través del color, pero, sin abusar del detalle, buscando el gesto del trazo, más que la perfección de lo representado. Es una obra más suelta, pero igualmente pasada por el tamiz de la compaginación de forma y color.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
Sus paisajes marinos, sus marinas se caracterizan por la expresividad del color, la intensidad de sus tonos, con los que, gracias a la determinación de los mismos, y aun a pesar de su importancia, el dibujo está ahí, apoyando la composición, en la que destaca su gran trabajo en la elaboración del agua del mar, que muestra en cada momento según las corrientes y el viento imperantes.
Su discurso pictórico enlaza con paisajes auténticamente de mar, con pescadores, barcas, cielos encapotados o no.
Sus acuarelas son cromáticamente fuertes, porque el color impregna necesariamente su predisposición. Por otra parte hay que señalar la fortaleza de la evidencia en la manera con que presenta sus bodegones, dominados por el dibujo, perfilando las vasijas, jarrones y demás objetos, destacando por su adscripción al volumen, por su disposición en la composición, con la intención de presentarlos tal como son: es decir producto resultante de la observación directa.
Mientras que, en sus acuarelas de flores y plantas, se produce una armonía entre el tratamiento del dibujo y la impresión cromática que lo acompaña. Intenta en todo momento conseguir una clara elaboración de la estructura que las conforma, compaginada por la incorporación del color, entendido como fundamental, para conferir el carácter necesario. De esta manera su obra, figurativa, concebida al modo clásico, posee una bella factura técnica, porque equilibra los elementos que integran la composición en todos los aspectos.
Delia Velekson conjuga elementos que no están por casualidad, dado que la creadora lo que pretende es situar cada uno de ellos en el sitio que les corresponde. Pero, a la vez, también, aumenta la intensidad vital de los mismos, procurando conferirles mayor poder energético, o bien cromatismos que les ayuden a sobresalir. O, en el caso de las marinas, pone el acento en la carga cromática, aumentando la incidencia del color en determinados ángulos, o en aquellas zonas de la composición necesitadas de contraste. El resultado es una obra de paisaje marino que destaca por su personalidad, que no renuncia a los recursos que le son propios y que exhibe otros complementarios.
Con respecto a sus bodegones destacan por exhibir el poder del objeto, centrándose en el elemento, no como simple objeto, sino integrado en un discurso general en el que el volumen cobra interés.
En relación a sus pinturas a la acuarela de flores y plantas, comunica la sensibilidad de la naturaleza a través del color, pero, sin abusar del detalle, buscando el gesto del trazo, más que la perfección de lo representado. Es una obra más suelta, pero igualmente pasada por el tamiz de la compaginación de forma y color.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
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