Alberto Durero (1471-1528) fue un pintor, grabador y teórico alemán del Renacimiento, considerado uno de los artistas más importantes de su tiempo. Nació en Núremberg y era hijo de un orfebre, lo que probablemente influyó en su temprano interés por la artesanía y el detalle. Durero comenzó su formación artística a temprana edad, como aprendiz del pintor Michael Wolgemut, donde aprendió las técnicas de la xilografía y el grabado.
Las primeras obras de Durero demuestran un profundo interés por la naturaleza y la forma humana, y muestran su excepcional habilidad para el dibujo y la perspectiva. Su viaje a Italia en 1494 le permitió conocer las innovaciones del Renacimiento italiano, que influyeron profundamente en su obra. Durero combinó el minucioso detalle del arte del norte de Europa con los ideales clásicos del Renacimiento italiano, creando un estilo único que lo distinguió del resto.
Es quizás más conocido por sus magistrales grabados, como "Melencolia I", "Caballero, muerte y el diablo" y "San Jerónimo en su estudio", que ponen de relieve su habilidad técnica y su profundo conocimiento de la psicología humana. Durero también produjo una serie de pinturas notables, entre ellas "La adoración de los magos" y "Los cuatro apóstoles", que reflejan su interés por los temas religiosos y las emociones humanas.
Además de su producción artística, Durero fue un prolífico escritor y teórico. Fue autor de varios tratados sobre perspectiva, fortificaciones y proporción, entre ellos los influyentes "Cuatro libros sobre la medición" y "Un tratado sobre el arte de la pintura". Sus escritos contribuyeron al desarrollo de la teoría y la práctica del arte en el norte de Europa.
La influencia de Durero se extendió más allá de su vida; desempeñó un papel crucial en el establecimiento del grabado como una forma de arte respetada y ayudó a elevar el estatus de los artistas en la sociedad. Su obra tuvo un impacto duradero en las generaciones posteriores de artistas y a menudo se lo considera el padre de la pintura alemana. Alberto Durero murió en 1528 en Núremberg, dejando atrás un legado de innovación, maestría y exploración intelectual que continúa inspirando a artistas y académicos hasta el día de hoy.