Gabriele Friscia
"Il Tempo scorre lungo i bordi" (E.Clemente- Massimo Volume)
Todas las obras de Gabriele Friscia
Destellos (2012) • 4 obras de arte
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Es en un atardecer de un día de invierno a la orilla del Guadalquivir cuando unos DESTELLOS de luz y[...]
Es en un atardecer de un día de invierno a la orilla del Guadalquivir cuando unos DESTELLOS de luz y color me deslumbran. Cascadas de puntos luminosos hacia un fondo oscuro, luciérnagas, bombillas de colores de una Feria de Invierno. Hojas de luz propria. Rojas, verdes, amarillas o plateadas en una casi ausencia de luz.
Inspirada en el la obra de Vincent van Gogh “Almendro en flor” y en el impresionismo más que en la fotografía naturalista esta piezas están pensada en un formato de 70x70 cm Kodak Premium Rapid-Dry satinado.
Inspirada en el la obra de Vincent van Gogh “Almendro en flor” y en el impresionismo más que en la fotografía naturalista esta piezas están pensada en un formato de 70x70 cm Kodak Premium Rapid-Dry satinado.
Tondo • 2 obras de arte
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Serie in progreso dedicada a las cámara antigua, reliquia de un pasado lejano pero todavía en la memoria.[...]
Serie in progreso dedicada a las cámara antigua, reliquia de un pasado lejano pero todavía en la memoria. Las cámara donde nuestros padres captaron nuestros primeros pasos, nuestras primeras vivencias. Cámaras donde aprendimos los primeros rudimentos de la fotografía y de las tomas de video.
Mi entrañables y sentido homenaje a las cámaras Vintage.
Mi entrañables y sentido homenaje a las cámaras Vintage.
Enfocando Universos Paralelos • 5 obras de arte
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Las pequeñas cosas, los detalles y las texturas de los desperdicios de lo cotidiano, los restos y las[...]
Las pequeñas cosas, los detalles y las texturas de los desperdicios de lo cotidiano, los restos y las manchas del trabajo. Verlo, destacarlo y subirlo del suelo que piso a la pared de una sala de exposición. “Enfocando universo paralelo”; paredes y muros que rozamos todos los días; “fondos preparados”, “telas” de historia centenaria, contenedores de formas, texturas, colores, dibujos y trazos. Notas de paseantes anónimos, señas de conductores inexpertos, mensajes de amor borrados, tapados o consumados, sentimientos dejados por el paso del tiempo.
Efímera-Fotografía • 3 obras de arte
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Todos los objetos retratados son residuos materiales machacados y distorsionados por aplastamiento,[...]
Todos los objetos retratados son residuos materiales machacados y distorsionados por aplastamiento, o corroídos por los agentes atmosféricos, que lo han trasformado en otra obra, otro objeto que el retrato intenta elevar a icono fotográfico ligado a la estética del Pop Art. Latas de bebida energética o de refresco de marcas icónicas, tapones de cerveza, latas de comida en conserva o cajas de cigarrillos.
Así mismo, estas piezas corroídas por el tiempo y los acontecimientos representan para mi una suerte de metáforas del consumo, del transcurrir inexorable del tiempo y el carácter efímero del placer.
Mi deseo, en utilizar la macro fotografía panorámica, ha sido conseguir retratar objetos relativamente pequeños, como tapones de cervezas, para poderlo ampliar en una foto gran tamaño y de gran calidad en los detalles.
Los objetos son retratados en tres o más tomas fotográficas , montado con lightroom y sucesivamente editados con photoshop.
La panorámica macro me ha permitido tener archivos suficientemente grandes para obtener grandes ampliaciones sin tener que interpolar, intentado sacar el máximo partido de mis recursos técnicos.
Así mismo, estas piezas corroídas por el tiempo y los acontecimientos representan para mi una suerte de metáforas del consumo, del transcurrir inexorable del tiempo y el carácter efímero del placer.
Mi deseo, en utilizar la macro fotografía panorámica, ha sido conseguir retratar objetos relativamente pequeños, como tapones de cervezas, para poderlo ampliar en una foto gran tamaño y de gran calidad en los detalles.
Los objetos son retratados en tres o más tomas fotográficas , montado con lightroom y sucesivamente editados con photoshop.
La panorámica macro me ha permitido tener archivos suficientemente grandes para obtener grandes ampliaciones sin tener que interpolar, intentado sacar el máximo partido de mis recursos técnicos.
Efímera-Pintura • 6 obras de arte
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Efímera es palabra que del griego, pasa vivamente al latín, y, de éste, llega hasta nosotros sin alterar[...]
Efímera es palabra que del griego, pasa vivamente al latín, y, de éste, llega hasta nosotros sin alterar su uso, nombrando así con ella, desde entonces, lo que dura poco, lo que es de breve duración, flor de un día. Efímero es pues, lo fugaz, lo perecedero, lo que vive un solo momento, lo no perdurable: metáfora del desperdicio, pero también del dispendio que padecemos, como sucede con esas concreciones del consumo voraz, con esos materiales del despilfarro … Desde estas metáforas de luz, desde estas luminiscencias −desechos, derramados y recogidos a un tiempo−, se nos invita a ver, que es pensar de otra manera, ese momento del ciclo del despilfarro: aquel en el que el resto, el exceso, reducido ya a detritus, cierra su propio ciclo, pero visto desde un mirar que viene mostrándose en forma alternante y discontinua, entre la fotografía y la pintura, procedimientos en los que Friscia sigue perseverando, porque lo más abstracto es lo más concreto; visión que, de otro modo, en sucesión de encuentros, facilita un aproximarnos a modos de ver, que son modos de resolver, no siempre del todo explorados. La decisión de atrapar el instante en fuga, la cosa encontrada, el registro paulatino de la luz, el cuidadoso esmero en el uso de la mano alzada, la seducción por las emociones visuales, la desmandada mediación del oficio: son algunas de las mañas que reposan, como el que no quiere la cosa, en cada una de estas estancias del color.
Abunda, Friscia, con desmandado celo, junto a la obra de la luz, que es la poética de la fotografía, en la obra del color y sus metáforas del despilfarro, acaso el empeño más logrado de este artista-fotógrafo-pintor. En esta operación de pintar, de prender por mediación de la mano, el hallazgo no es otro que la elección de la escena decisiva; el término último la luz, y, dentro de ésta, la fijación de la pintura. No sé si, desde las estrategias de ver, la astucia de mirar pueda ir más lejos, pero sucede que los ojos continúan su tarea cuando la mirada se detiene. Hay, en estas pinturas, una decidida apuesta por retomar lo inexorable en los modos de ver, por lograr el registro del instante distinto; se dan trazas de buena hechura por unidad de línea y de concepto. De entre estas estancias de la línea y del color, hay alguna que toca vivamente el rigor de los ojos, pero también su trasgresión, el goce inquietante que hace hablar aquello que se ve. Hay además encuadres, de entre estas siete piezas en formato medio, que ahora se exhiben junto a sus masters-bocetos, que muestran estar en alternancia y discontinuidad con la mejor tradición moderna.
Estas escenas de luz suscitan, sobre las metáforas del despilfarro que desarrollan, algunas cuestiones tocantes a pintura y modernidad. No serán pocos los que adviertan acaso un cierto nomadismo en la mirada que le deparan estas piezas, a pesar de la consonancia de las luces y la acabada combinatoria de los encuadres. Estas metáforas sobre el despilfarro, contra el progreso progresado, alegorías para los ojos, tienen a bien acercarnos a una poética visual, poética de visualidad concreta, en tanto apuntan aquello que atina a ser visto como logradas abstracciones, porque lo más concreto es lo más abstracto. Suma de pinceladas paralelas, alternantes, en círculos no del todo regulares, un cuidadoso esmero por la mancha, el gusto por el empleo de la mano alzada, la desmandada mediación del oficio, insisto: son algunos de los rasgos que reposan, sin pretensión, en cada uno de estos rastros, que son restos, desechos pintados.
En estas ventanas de luz, se van entretejiendo, sin esfuerzo aparente, pero con sostenida habilidad, atinadas consideraciones acerca del ritmo del color, el vaivén de la luz, la fugacidad de la línea, la concreción de los planos, la hermosura de lo abstracto y los modos del pintar que le son contemporáneos. De entre estas pinturas, guiños del color, lo efímero de veras surge a partir de una serie de mediaciones que van de la observación al registro de lo observado, de la cosa encontrada al bosquejo, de la insistencia de ver a su difuminada persistencia en la retina, y de esta frágil visualidad a la concreción de lo pintado. La textura, reveladora de la materia, hace pensar −al desocupado mirón− que aquello que está viendo, al fin y al cabo, no es más que una construcción visiva, una pictografía, una pintura hecha a vueltas con la luz: trazo, línea y color.
Abunda, Friscia, con desmandado celo, junto a la obra de la luz, que es la poética de la fotografía, en la obra del color y sus metáforas del despilfarro, acaso el empeño más logrado de este artista-fotógrafo-pintor. En esta operación de pintar, de prender por mediación de la mano, el hallazgo no es otro que la elección de la escena decisiva; el término último la luz, y, dentro de ésta, la fijación de la pintura. No sé si, desde las estrategias de ver, la astucia de mirar pueda ir más lejos, pero sucede que los ojos continúan su tarea cuando la mirada se detiene. Hay, en estas pinturas, una decidida apuesta por retomar lo inexorable en los modos de ver, por lograr el registro del instante distinto; se dan trazas de buena hechura por unidad de línea y de concepto. De entre estas estancias de la línea y del color, hay alguna que toca vivamente el rigor de los ojos, pero también su trasgresión, el goce inquietante que hace hablar aquello que se ve. Hay además encuadres, de entre estas siete piezas en formato medio, que ahora se exhiben junto a sus masters-bocetos, que muestran estar en alternancia y discontinuidad con la mejor tradición moderna.
Estas escenas de luz suscitan, sobre las metáforas del despilfarro que desarrollan, algunas cuestiones tocantes a pintura y modernidad. No serán pocos los que adviertan acaso un cierto nomadismo en la mirada que le deparan estas piezas, a pesar de la consonancia de las luces y la acabada combinatoria de los encuadres. Estas metáforas sobre el despilfarro, contra el progreso progresado, alegorías para los ojos, tienen a bien acercarnos a una poética visual, poética de visualidad concreta, en tanto apuntan aquello que atina a ser visto como logradas abstracciones, porque lo más concreto es lo más abstracto. Suma de pinceladas paralelas, alternantes, en círculos no del todo regulares, un cuidadoso esmero por la mancha, el gusto por el empleo de la mano alzada, la desmandada mediación del oficio, insisto: son algunos de los rasgos que reposan, sin pretensión, en cada uno de estos rastros, que son restos, desechos pintados.
En estas ventanas de luz, se van entretejiendo, sin esfuerzo aparente, pero con sostenida habilidad, atinadas consideraciones acerca del ritmo del color, el vaivén de la luz, la fugacidad de la línea, la concreción de los planos, la hermosura de lo abstracto y los modos del pintar que le son contemporáneos. De entre estas pinturas, guiños del color, lo efímero de veras surge a partir de una serie de mediaciones que van de la observación al registro de lo observado, de la cosa encontrada al bosquejo, de la insistencia de ver a su difuminada persistencia en la retina, y de esta frágil visualidad a la concreción de lo pintado. La textura, reveladora de la materia, hace pensar −al desocupado mirón− que aquello que está viendo, al fin y al cabo, no es más que una construcción visiva, una pictografía, una pintura hecha a vueltas con la luz: trazo, línea y color.
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